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  • Foto del escritorOrde Caos

Cuarto pendiente.

Microrrelato sobre licantropía.

Habría entregado con sumo gusto tres dedos de su mano buena (cercenados por él mismo con el más mellado de sus cuchillos de cocina) si con la mala pudiese empuñar un revolver de alto calibre y disparar al globo lunar que lucía argénteo y despiadado como un recorte preciso en el indeleble topacio de la inconmensurabilidad.

Un preternatural y premeditado crimen perpetrado a perpetuidad por la parapléjica mente de un prepotente parapsicólogo.

La negrura nunca había cobrado tal magnitud y malevolencia desenvuelta en palabras, imágenes o sueños. El asfixiante carbón intangible que lo rodeaba, y que antes habían sido árboles, ahora no era más que una amorfa mancha de amenazadora nocturnidad.

Cualquier docto en la materia habría tirado las cartas, más su pretenciosa personalidad lo había empujado a las ahora invisibles garras de un ser que no debería ser más que un niño, a los curvos dientes de la luna.

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